Estridor 5-7-1 es un viaje visual a través de los impulsos mentales que genera la audición del tema musical de Carlos Ordóñez
Desde 1996 colaboro con Carlos Ordóñez en diferentes ámbitos y formatos audiovisuales. Desde el videoclip Dualidad, para su proyecto Prozack, a los visuales en directo bajo DSK/Esferobite; o recientemente poniendo vídeo a su vuelta a la escena musical como Carlos Ordóñez, para la que he dirigido en solitario sus dos videoclips, Retortoito y ahora, Estridor 5-7-1.
Trabajar con Carlos siempre significa libertad absoluta a nivel creativo, y un altísimo nivel de apuesta por lo diferente, el riesgo creativo y la ruptura de moldes, lo que hace que cada encargo se convierta en una oportunidad.
Estridor 5-7-1 es, si cabe, el proyecto en el que hemos dado un paso más, proponiendo un vídeo absolutamente abstracto que fluye con las texturas y estructuras del tema musical que, personalmente me sugirió, desde la primera escucha, una deriva mental desenfrenada sin ningún tipo límites.
La idea fue crear una pieza abstracta, con una textura lo más orgánica posible, inspirándonos en grandes creadores como Walter Ruttmann, Oskar, Fischinger, Viking Eggeling, o Hans Richter, muchas de cuyas piezas de música visual cumplen en esta década cien años.
Se trataba de hacer un vídeo que mirando a las creaciones de los clásicos que asentaron las bases del vídeo musical, del livecinema o incluso de los visuales en directo, no dejase de ser actual e incluso rompedora en pleno S. XXI. Un vídeo en el que las formas, los ritmos, y los colores se coreografiaran y sincronizaran con la música, creando una atmósfera onírica, casi psicótica, que nos introdujese en el universo del tema, que me traslada a un mundo de creación automática, donde las estructuras cerradas, lo convencional y lo previsible estaban prohibidos.
El rodaje de este vídeo fue especialmente particular porque absolutamente todas las imágenes están creadas de forma analógica y registradas en cámara.
Para llegar al resultado final combiné diversas técnicas como el uso de pintura fosforescente excitada con láser, recorte de máscaras sobre diapositivas, proyectores láser lineales de colores primarios, uso de diversas lentes, focos y fuentes de luz recortados, o la proyección sobre una pantalla con efecto plata de los años 50.
Todos estos sistemas se controlaron de modo manual, para generar movimientos orgánicos y más naturales. Además estos sistemas proporcionaron esa textura analógica, con imperfecciones, a veces incluso suciedad, que se buscaba en el acabado final
El montaje y la posproducción, esta vez sí digitales, fueron otro proceso muy particular, ya que no había un guión cerrado, para favorecer el efecto del fluir y la deriva. Cada día el vídeo podía avanzar en una dirección diferente en función de la herramienta utilizada, o de cómo hubiese funcionado cada “prueba” con la música.
El resultado fue un montaje cercano a lo aleatorio, poniendo capas y capas una sobre otra, y generando imágenes que reservaba hasta encontrar su espacio dentro del tema musical.
A nivel de posproducción tenía claro que en este caso debería limitarse a editar, combinar y ajustar el material de rodaje. Sin duda hay un trabajo muy laborioso de capas y métodos de fusión entre ellas, ajustes de velocidad, y corrección de color, pero nada se generó ni se modificó sustancialmente en este proceso.
Lo más complejo de este trabajo fue medir hasta donde seguir probando, hasta donde seguir dejando que la mente volase, y hasta donde se podía llegar a arriesgar sin que se perdiese la conexión con el espectador.
La imagen, cámara, montaje y posproducción de Estridor 5-7-1 ha sido una creación personal a excepción de las diapos 20 a 25 que son creación de María Núñez.
Espero que lo disfrutéis tanto como yo durante su creación.